La decisión de participar en un estudio clínico es personal. Sin embargo, participar en un estudio no es la opción más evidente. En esta entrevista (realizada originalmente en inglés), Laurie nos explicó por qué decidió participar no en uno, sino en dos estudios clínicos sobre el cáncer de mama.

Hace seis años, el médico de Laurie le dijo que no había más opciones de tratamiento para su cáncer de mama metastásico. Le recomendó un estudio clínico que se estaba llevando a cabo cerca de su casa, en Alberta, Canadá, con el objetivo de frenar la propagación del cáncer. Cuando se enteró de este estudio, imágenes de sus nietos le vinieron a la mente. Quería que supieran que su abuela hizo todo lo posible.

Se inscribió en un estudio clínico de fase uno. En este tipo de estudios, se prueba un posible medicamento con un pequeño grupo de participantes, en general, para comprender la dosis y la seguridad.

 

Aunque este estudio clínico de fase uno frenó el crecimiento de su cáncer durante un tiempo, una vez que el cáncer empezó a crecer rápidamente de nuevo, su médico le aconsejó que intentara aprovechar al máximo el tiempo que le quedaba. “Me dijeron que programaríamos cuidados compasivos y paliativos”, recuerda.

Devastada por esta noticia, la hija de Laurie, que se desempeña como científica en Portland, Oregón, empezó a buscar estudios clínicos para que su madre participara.

“Fui muy afortunada. Mi hija se encargó de hacer todas las cosas que yo no habría sido capaz de hacer por mi cuenta. Pensaba que si un médico te decía que lo único que podías hacer era irte a casa y morir, eso es lo que hacías”, cuenta Laurie.

Su hija encontró tres estudios diferentes que se estaban llevando a cabo cerca de su casa en Portland, Oregón, y finalmente seleccionó uno que estaba dirigido a pacientes con cáncer de mama avanzado. El estudio de fase tres, patrocinado por Pfizer, estaba analizando un medicamento del estudio en comparación con los medicamentos actuales del tratamiento de quimioterapia de referencia. Como parte de este estudio clínico “abierto”, Laurie se enteró de que había sido seleccionada para recibir el medicamento del estudio. Cada tres semanas, viajaba a Oregón para reunirse con el equipo, someterse a pruebas y recibir el medicamento del estudio.

Laurie estaba esperanzada. Además, estaba encantada con su equipo del estudio clínico. “El equipo estaba al tanto de cualquier pequeño araño o rasguño”, explica. “Hizo una diferencia porque me mantuvo saludable mientras el medicamento del estudio hacía su trabajo”.

Hoy en día, Laurie sigue recibiendo el tratamiento de ese equipo del estudio clínico, incluso cuando se está por cumplir el sexto aniversario del inicio del estudio. En ese tiempo, le ha dado la bienvenida al mundo a otros cuatro nietos.

Cuando Laurie piensa en su experiencia con los estudios clínicos, se emociona. Sin la ayuda de su hija, nunca habría sabido cómo encontrar el segundo estudio. En aquel entonces, creía que tener un cáncer en fase cuatro era una sentencia de muerte inmediata. Ahora, se da cuenta de que está rodeada de esperanza. Y le gustaría que otros sepan que oportunidades existen.

“Siempre estaré agradecida por este medicamento”, señala. “Y siempre estaré agradecida por mi equipo”.

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